¡Brindamos por la honestidad!

¡Brindamos por la honestidad!

“He tenido que aprender a protegerme de quien mientras me traicionaba, me decía confía en mí” – Anónimo

Hoy queremos hablar de la verdad, de la humildad, de poder presentarse ante el mundo con las manos limpias, porque pese a que te hayan utilizado como saco de boxeo, tú te has mantenido en tu sitio, y no has querido hacer daño, incluso a sabiendas de que no devolver los golpes, hace a los cobardes crecerse y crecerse, pensando que se está por encima del bien y del mal.

Es cuanto menos alucinante, ver como hay quienes cuando lo único que atesoran es un saco de mentiras, de arrogancias, de cobardía sin límites, se permiten el lujo de dar lecciones de humildad y de buen hacer, cuando la mentira, la arrogancia y el desdén han sido los pagos hechos ante el cariño, el apoyo y la comprensión. Arremeter contra quienes se ven débiles y hacerlo además desde la impunidad de la cobardía, escondiéndose como siempre bajo el verbo fácil, la prosa versada, y por supuesto sin ser capaces de dar la cara, además de ser de cobardes, y de mezquinos, es de seres patéticos que por supuesto buscan el aplauso fácil de aquellos que aún andan con vendas en los ojos.

En esta vida, se puede ser más o menos, tener nada o atesorar riquezas, pero lo que no se puede ser es esa persona cobarde que golpea escondida y además, por si fuera poco, quita la mano, engañando en un ademán de buenos modales y mejor cuna. Pero ¿qué podemos pensar de estas personas que viven en una mentira constante?, ¿qué se puede esperar de aquellos que reniegan de sus orígenes? ¿qué puedes esperar de esas personas que se inventan antepasados de noble cuna, porque son tan banales y superficiales que creen que sólo así podrán resultar interesantes?… Qué pena más grande, y que forma tan gris de vivir, siempre con paraguas superficiales de lo que se tiene o se deja de tener, como forma de medida de lo que vales. Quienes venimos de familias que han trabajado con sus manos, quiénes hemos tenido como referentes a progenitores que te han enseñado que la palabra dada es más importante que la ley, que las personas que se visten por los pies, sólo tienen una cara, y que al resto de personas, no se las utiliza, sino que se las ayuda o se las deja simplemente en paz, atesoramos lo que las personas superficiales jamás serán capaces, ni tan siquiera de imaginar.

Pero repetimos… si a cambio de compartir tu humilde plato de comida, tu cariño, tu ilusión, recibes desde el púlpito de quienes se creen más que nadie, y mejores que nadie, -cuando lo único que realmente son, es un saco gigante de mierda-, ataques cobardes en los que, además se permiten el lujo de desearte el mal… si eso es así ¿qué puedes esperar de esas personas?

Así que hoy, aquí, desde quiénes tienen la conciencia tranquila por no haber hecho daño, ni tan siquiera a quienes de verdad lo merecían, de quiénes se levantan honradamente todos los días para luchar en un mundo, que otros se han encargado de complicar más, por su actitud falsa y cobarde, de quiénes tras una hostia reciben otra, y lo que hacen en vez de revolverse cual escorpión para lanzar veneno a diestra y siniestra, tan sólo es seguir su camino sin buscar pleitos con nadie, gritamos que ya está bien. Que el hartazgo es supremo, porque la mentira, la manipulación, y la cobardía no pueden triunfar siempre en este mundo. Es obvio que ganan batallas, pero la guerra la ganará la decencia, la honradez, la humildad y el trabajo.

Recordando el riquísimo refranero español, querríamos advertir de que “quien se ríe del mal del vecino, el suyo, le viene en camino”. Desear el mal ajeno, además de ser de malas personas, es simplemente de lerdos, porque de alguna manera existe una justicia divina que terminará dando a cada cuál lo que se merece.

A quiénes sembráis tormentas, recordad que recogeréis tempestades y que por muy altos, divinos, y por encima del resto de la humanidad que os creáis… el final será el mismo. Así que seguid así… vuestra arrogancia es tal que os lleva a pensar que el mundo sólo gira en torno a vuestro ombligo. Necios.

Mientras tanto, el bando de los tontos y las tontas. Aquellos que de verdad trabajamos, que salimos cada mañana a enfrentar la vida con el sudor de nuestra frente, los que no nos ocultamos ante conspiraciones de tres al cuarto, y luchamos para que la vida nuestra y la de todas las personas a las que queremos sea mejor, un poquito mejor cada día, os decimos simplemente que no nos rendiremos, y que seguiremos estando en el lado de las personas honradas, y que por mucho veneno que escupáis, este es el último minuto de nuestro tiempo que gastamos en vosotros, porque no merece la pena, con lo breve que es la vida, dedicar ni un segundo más a los cobardes.

https://www.youtube.com/watch?v=scXSjXDe4_0

 

#hACEDOR@SdeMilagros #Alejeador@sDeMALAsuerte

#hACEDOR@SdeMilagros #Alejeador@sDeMALAsuerte

“No existe la mala suerte. Sólo hay preparación adecuada o inadecuada, para hacer frente a una estadística” – Robert A. Heinlein

Hoy vamos a reflexionar sobre la existencia o no de los milagros. Es decir, la creencia de que las cosas pasan porque existe una entidad superior que hace que sucedan, para bien o para mal. Queremos plantear este tema de debate, al margen de la concepción religiosa del mismo, y por supuesto, desde el mayor de los respetos a la misma.

Hoy queremos hablar de la concepción popular de los “milagros”, o de la “mala suerte”. Hay que reconocer que como excusas para muchas cosas, están más que sobre utilizadas y por supuesto resulta muy socorrido argumentar que lo que nos pasa, o lo que nos deja de pasar, lo que conseguimos o lo que dejamos de conseguir, se debe a algo exterior a nosotros y que no tiene que ver ni con nuestro trabajo, ni con nuestro esfuerzo, ni con nuestra forma de hacer  y de proceder, ojo, o con lo que no hacemos, no intentamos, o lo que abandonamos.

Oír a muchas personas diciendo, “he tenido muy mala suerte, porque no he conseguido el trabajo, o porque no he aprobado el examen, o porque no he llegado”, es una manera de no asumir las responsabilidades. Podemos aceptar que en muchas de las acciones que desarrollamos a lo largo de nuestra vida, hay un grado de incertidumbre,variables independientes a nuestro comportamiento, que hemos de asumir como tales, y a las que bueno, podemos llamar “suerte” ya sea buena o mala. Hasta ahí podemos estar de acuerdo, pero también hay que reconocer que en la mayoría de los casos, el acudir a esta buena o malasuerte, es una forma de evitar asumir nuestra responsabilidad.

Hay un ejemplo que es auténticamente clarificador. El estudiante que se presenta a un examen, con tan sólo la mitad de los temas trabajados, y suspende, dirá, he tenido muy mala suerte. La respuesta a esa apelación no puede ser otra que, no, porque si no quieres dejar tu futuro en manos de las variables incontrolables que siempre van a existir, prepara todos los temas, y así al menos, te asegurarás el aprobado, luego podrás tener un suficiente o una matrícula de honor, pero nunca suspenderás. Esta debe de ser nuestra actitud.

Sería genial que la diosa fortuna estuviera pendiente de lo que le pedimos, de nuestros deseos, de nuestros más íntimos anhelos y por supuesto, presta a luchar en todo momento contra la malvada de la película, la mala suerte, pero lamentablemente esto no es así.

Nuestra suerte, nuestra fortuna, la labramos nosotros y nosotras. Cada día, con nuestro trabajo, con nuestro esfuerzo, con no dejar de seguir adelante. Nuestro camino no puede estar dirigido por la Bruja del Este o por la del Oeste, tiene que estar dirigido por las decisiones que tomamos, por las ganas reales que tenemos de conseguir las cosas, por nuestra valentía, por nuestra constancia… por todas esas cosas que si por separado son importantes, cuando las ponemos en pos de conseguir un objetivo, se multiplican y producen un efecto de crecimiento geométrico.

No creemos en los milagros, no creemos en la buena suerte, no creemos en la mala suerte, simplemente existen mayores o menores probabilidades de que ocurran cosas, por lo que es necesario minimizar riesgos, y la única manera segura que existe para ello, es no dejar nada al azar. Y para no dejar nada al azar, hay que simplemente trabajar, planificar, pensar, y ante todo y sobre todo, hacer y hacer, pero no sólo un día, todos los días. La constancia es la madre de toda la ciencia. Esta es una verdad universal.

Desde hoy apostemos por ser los propios hacedores de nuestros milagros, lo elaboradores de la buena suerte y los alejadores de la mala. Queramos, luchemos, trabajemos, sigamos adelante, pongamos un pie, después otro y después sigamos avanzando, un día, dos, tres… los que hagan falta. ¿Fácil? Para nada, totalmente horrible, pero reconozcámoslo… Después de correr más tiempo, más kilómetros de los que creíamos que éramos capaces, nos sentimos como si pudiéramos alcanzar la luna con nuestras manos… pese a haber querido dejarlo en muchas ocasiones… pues bien, eso sencillamente es lo que proponemos desde aquí…

¿Vamos? ¿Empezamos desde ya?

#hACEDOR@SdeMilagros #Aljeador@sDeMALAsuerte

https://www.youtube.com/watch?v=ZUZURKp1c5c

Nadie me lo asegura, pero apuesto todo, por llegar.

Nadie me lo asegura, pero apuesto todo, por llegar.

Nadie te puede derrotar sino te das por vencido, Tú eres más grande que todos los obstáculos que pueden surgir en tu camino – anónimo

Hoy nos vais a permitir que el azucarillo tenga cierto regusto futbolero, y es que teniendo en cuenta que hoy ha debutado “La Roja», vigente bicampeona europea, queremos hacer una reflexión sobre lo que podemos y lo que no, sobre nuestros límites, sobre lo que somos capaces de hacer y lo que no nos atrevemos, a veces, ni tan siquiera a intentar.

Muchos de nosotros y nosotras tenemos edad para recordar a una España perdedora, no triunfadora, en prácticamente ningún deporte. Recordamos cómo en nuestra niñez, siendo muchas veces presa de la ilusión generada por los cómics, por las películas, por los dibus… esperábamos que nuestra armada, que nuestros atletas, que aquellas personas que se vestían y con nuestros colores, que representaban a nuestro país, y que se ponían la mano en el pecho cuando sonaba un himno, incomprensiblemente con una letra algos así como “chan, chan, chaaaaaannnnn channnnn” se trasnformaran en esos súper héroes que nos dieran alegrías, medallas, copas, victorias… lamentablemente no era así… éramos un país de perdedores y perdedoras.

Entonces no lo entendíamos, porque pensaábamos que en el deporte había seres extraordinarios, con súper poderes, capaces de hacer cosas humanamente imposibles. Después empezamos a ser conscientes de que no, no es así, ni mucho menos. En el mundo del deporte, como en el de cualquier otra disciplina, trabajo, o incluso hasta en el propio terreno más íntimo y personal, las cosas no pasan porque sí, no suceden de forma divina, nadie tiene una varita mágica que te haga ser especial. Tras cualquier logro, tras las medallas, las copas de Europa, los mundiales, los todo, sólo hay una cosa: trabajo, trabajo, trabajo y después más trabajo. Hay infinidad de horas de sacrificio, de poco descanso, de dolor. Hay mucha disciplina, mucha constancia, mucho hacer mientras el resto del mundo disfruta. Mucho caerse y levantarse. Mucho sufrimiento, y mucha superación. Creer en lo que se desea, y sobre todo quererlo de verdad y buscarlo.

No sirven las palabras, no sirven los deseos, no sirven las buenas intenciones… suman, claro está, pero no sirven. Sólo hay una cosaque pueda garantizar el que tengamos posibilidad de alcanzar el éxito, porque ojo, el cheque en blanco no existe, todo ese trabajo, esfuerzo, sufrimiento, disciplina, dolor, todo, todo, todo eso, no garantizan nada. Nadie puede decir y desde aquí tampoco lo vamos a hacer, quesi te dejas la piel luchando por lo que crees, peleando por alcanzar tu sueño, por llegar a tu meta, por conseguir tus objetivos, lo vas a conseguir. Eso no lo sabe nadie. La fórmula del éxito infalible, del logro absolutamente cierto, al igual que la de la eterna juventud, no existe.

Lo que sí podemos decir, y hasta gritar es que si no haces todas estas cosas, si no lo peleas con todas tus fuerzas, si no te dejas el alma, la piel y todo lo que tienes en intentarlo, entonces está claro que no lo vas a conseguir. No sabemos lo que al final hace que lleguemos o no, pero sí tenemos muy claro lo que NO lo hace. Si dejo de creer, si me canso, si no sigo, si cualquier excusa es buena para postergar, para posponer, entonces, está claro que cada momento restará y que todo lo que haya hecho hasta ese instante dejará de tener valor… porque sencilla y llanamente, me estaré rindiendo.

Siguiendo con el símil deportivo, en España hasta que no se tomó en serio el tema del Deporte y se empezó a desarrollar un programa que muchos y muchas recordaréis “Objetivo 92” con la intención de potenciar el deporte base, no empezaron a lograrse auténticas hazañas deportivas.

Hoy desde la perspectiva de haber conseguido en los últimos ocho años, dos Campeonatos de Europa de Selecciones y un Mundial de Fútbol… aquel país que era eliminado en primera ronda, por no hablar de los enormes éxitos en otras disciplinas deportivas, ya que estamos en modo “on fútbol”, tenemos que rendirnos a la evidencia de que el trabajo da sus frutos.

No queremos engañar a nadie, no queremos decir que es fácil. No lo es. Es muy duro. Hay muchas veces que quieres tirar la toalla, que te cansas de levantarte, de siempre ir cuesta arriba, de tener que ir tirando de lastres que pesan el doble que nuestros cuerpos… pero repetimos lo que hemos dicho cientos de veces… sólo con el esfuerzo, con el deseo real, con la total convicción y con la absoluta constancia, si no llegamos, al menos sabremos que lo dimos todo.

Rendirse jamás será una opción

Rendirse jamás será una opción

“El que se cansa, pierde” – Leopoldo López

El azucarillo de hoy pretendemos que sea un homenaje a la lucha, a la integridad, a la libertad, a tantas cosas que representa en nuestra cabeza la democracia, y que a veces, como la tenemos, no somos conscientes de la inmensa suerte que tenemos.

Desde esta ventana, hemos hablando miles de veces de lucha, de no rendirse, se seguir hacia adelante, pasara lo que pasara, porque si creemos en algo, si tenemos un sueño, si nuestro objetivo lo tenemos claro, tenemos que ser fieles a nosotros y nosotras mismas y no dejar que nadie, ni nada nos haga desistir. Que no lleguen las “fuerzas del lado oscuro” y nos convenzan de que es mejor la mediocridad, es mejor es agachar la cabeza y aceptar lo que se nos impone…

Desde esta tribuna siempre hemos abogado por ser “jedais” que con la espada de la voluntad, de la acción, del trabajo, de la humildad y de la convicción y la constancia, seamos capaces de derrotar a todos los Darth Vader y a todas sus fuerzas del imperio, por mucho que nos amenacen con la derrota, con la miseria, con la impotencia… o que nos seduzcan con lo fácil, con lo que nos viene dado, con lo que nos adormece, con lo que nos convierte en números, nos hace seres pequeños sin alma y dóciles, manejables, pero con ciertos mínimos asegurados.

Hemos de reconocer que nunca nos hemos caracterizado sólo por hacer uso, más o menos locuaz de la palabra, sino que siempre hemos querido que nuestro discurso estuviera impregnado de verdad y de experiencias en primera persona, y siempre ha sido así, pero hoy nos vais a permitir que saquemos a la luz un caso que es fuente de inspiración, porque como decíamos al principio desde nuestra perspectiva de libertad, hay cuestiones, que aunque sean muy difíciles, complicadas de afrontar, en gran medida no están cohibidas o coartadas por la imposibilidad de poder expresarnos. Hoy queremos hablar de Leopoldo López. En TATGranada, en la edición de 2016, hemos tenido ocasión de escuchar a su esposa Lilian Tintori, que nos ha contado en primera persona, cómo está siendo la encarcelación de su esposo, así como los motivos por los que está preso.

Queremos en primer lugar reconocer que pese a conocer la historia, el haber escuchado hoy de primera mano a su esposa contarla ha hecho que cambie la perspectiva y que la admiración por ese hombre, Leopoldo López, quien independientemente de su ideología, está preso, sólo por hablar, por decir su verdad, por pedir libertad, por querer que las cosas mejoren en su país, nos ha tocado muy mucho la fibra sensible, y sobre todo nos ha hecho reaccionar y querer poner un pequeño grano de arena, haciendo un reconocimiento y sobre todo, y dentro de nuestras posibilidades, dando a conocer esta situación de absoluta injusticia que se está produciendo, en un país llamado democrático, como es Venezuela, y lo que es peor, con el beneplácito de muchos dirigentes, gobernantes, representantes políticos, etc., que se empeñan en negar la mayor y en no reconocer la vulneración de un derecho universal como es el de la libre expresión y libre pensamiento, en la figura del líder de la oposición venezolana.

Desde nuestro púlpito de libertad es a veces muy fácil todo, incluso escribir estos post, en los que semana tras semana gritamos que tenemos que luchar, que tenemos que perseguir nuestros sueños, que tenemos que hacer, que tenemos que buscar nuestra felicidad. Hoy queremos hacer un alto en el camino y utilizando la figura de Leopoldo López, poder hacer un pequeño homenaje a aquellas personas que luchan, incluso poniendo en peligro su vida, por alcanzar un sueño, por perseguir unos ideales, por buscar su felicidad o la de los suyos. Vaya por ellos, todo nuestro respeto, solidaridad y apoyo. El azucarillo de hoy es un homenaje muy sentido a todas estas personas, que han demostrado un valor, y una fuerza dignas de todo respeto y admiración.

Llegar es hacer, caer y levantarse para seguir haciendo

Llegar es hacer, caer y levantarse para seguir haciendo

“El éxito en la vida no se mide por lo que logras, si no por los obstáculos que superas” – Anónimo

Hoy queremos hablar de logros que sí llegan, de objetivos que sí se consiguen. Hoy toca reconocer que los esfuerzos cuando son constantes, cuando son con todo lo que tenemos, y sobre todo, cuando no se deja de creer, tienen su recompensa. Somos lo que somos no por a dónde llegamos, sino por lo que superamos para hacerlo.

Los azucarillos no dejan de ser trocitos de realidad y de cotidianeidad condensados en un suspiro de verdad que plasmamos en unas líneas. Y de igual manera que en otras semanas hemos hablado de lucha, de caerse y levantarse, de seguir y seguir, de hacer y de hacer, de no rendirse y de no bajar en ningún momento los brazos, hoy queremos como decíamos antes recordar que a veces se consiguen los objetivos y se alcanzan las metas.

El camino nunca es fácil, siempre lo decimos, y probablemente, aunque a veces nos cueste creerlo, sea lo mejor, sobre todo cuando pones perspectiva y analizas de dónde vienes y a dónde has llegado. Pero en ese recorrido, es fundamental que cumplamos con normas que son universales.

La primera. Es esencial querer, no de boquilla, sino que de verdad. Estar totalmente convencido o convencida de que sí, de que estamos en disposición de hacerlo, y que estamos seguros al cien por cien. Esta convicción es fundamental, y será a la que tendremos que recurrir, sobre todo en los momentos en que flojeen las fuerzas, porque cuando el destino es elevado, el camino es más que difícil.

La segunda es la constancia. Aunque siempre hay días malos y días buenos. Aunque en muchas ocasiones, pese a esforzarte de todas, todas, las cosas no llegan a salir… pese a eso, es fundamental que no cejes en tu empeño. Caerse está permitido, pero levantarse es obligado del todo. Aunque te duela hasta el alma, aunque seas la única persona que cree en que es posible, aunque estés al borde del abismo, sigue, sigue, y sigue. Recuerda que si te caes, te sacudes y te levantas, porque el esfuerzo, la constancia y la decisión serán el mejor combustible para alcanzar nuestros objetivos.

La tercera. La tercera es la que realmente nos hace grandes. La tercera es la que nos lleva a lograr nuestras metas, y es sin lugar a dudas, la pasión, la ilusión, la emoción. En esta vida hay veces que la razón nos dirá no, la nuestra propia. La gente nos dirá no. El universo nos dirá no, pero mientras nosotros creamos en el sí, mientras que nosotros trabajemos con ahínco y constancia por el sí, y al menos exista una única posibilidad, mientras eso ocurra, nadie podrá quitarnos nuestras ilusiones, y nadie nos derrotará antes de que salgamos al terreno de batalla.

Si la primera y la segunda son difíciles, la tercera es para nota. Pero la tercera es la que hace sublimes a las personas, la tercera es la que hace que la gente normal, pueda hacer cosas enormes, la tercera es la que saca a los héroes y a las heroínas que hay en nuestro interior. La tercera es la que hace que nos crezcamos ante las derrotas, que nos hagamos grandes cuando las cosas nos vienen mal, que nos convirtamos en gigantes, cuando el mundo quiere empequeñecernos.

Todo lo que estamos contando hoy parece teoría, parece arenga de película. Pero sabéis lo mejor de todo, que no lo es. Que es cierto. Que lo hemos vivido, y que lo hemos visto y que por eso lo podemos contar. A partir de la semana que viene volveremos a las trincheras, volveremos a la lucha. Pero hoy queremos parar un momento, tomar aire y gritar al mundo que este es el momento de valientes y valientas y que nosotros es precisamente eso lo que somos.

Nadie me hará pequeño, nadie me dirá que no, nadie jugará con mis ilusiones, nadie me pondrá límites, porque sencilla y llanamente, mi vida la decido yo, mi destino lo escribo yo, y mi camino lo elijo yo. Si no llego será porque realmente no pueda, pero jamás será porque me rinda, o porque alguien me diga que es imposible.

#YoDecido #YoElijo